miércoles, 27 de mayo de 2009

Otros dos días de carretera

Esta vez recorriendo toda Francia, los tiempos según lo previsto, para llegar a un cámping en Neuenburg (Mülheim) ya en Alemania, el acceso a recepción se demora un poco porque unos holandeses, con su caravana, han bloqueado el final de la carretera, en fondo de saco, para inscribirse y no dejan sitio para pasar al aparcamiento previo, siempre igual de torpes esta gente del Norte. Cuando terminan sus trámites se me acerca para pedirme que retire mi coche de detrás y poder maniobrar para entrar, estoy a punto de decirle que no me apetece hasta que acabemos nosotros de hacer nuestro papeleo de ingreso ¿no es acaso lo que ha hecho él? Pongo cara de no enterarme de lo que me pide y lo hago despacio y a desgana, por ver si se da por aludido, que creo que no.
Nos sitúan en una zona de hierba, cuyo único inconveniente es que da justo sobre las pistas deportivas, donde los niños, y no tan niños, juegan hasta muy tarde. Las instalaciones, de todo tipo son muy buenas, estamos, además, muy cerca de la autopista a Freiburg.
A la mañana siguiente, iniciamos la travesía de Alemania, todo sin problemas y según lo previsto, cruzamos la frontera y hacemos los trámites obligados, cambiar euros por coronas checas y adquirir la "viñeta" adhesiva que nos autoriza a utilizar las autopistas. Comenzamos el recorrido por las autopistas checas, sorprende que el firme es, en muchos tramos, de hormigón y el coche va saltando continuamente cuando pasa sobre las juntas de dilatación, un ruido constante que acaba siendo como una música de percusión que hace de fondo a nuestras conversaciones. Llama la atención también que está plagada de cámaras de control, decidimos espetar escrupulosamente los límites de velocidad, por si acaso.
Tenemos previsto permanecer durante varios días, como base de etapa, en un cámping situado a unos 25 km. de Praga, al que llegamos sin contratiempos y siguiendo las instrucciones del navegador, también nuevo, que habíamos comprado para no perdernos por Madrid durante la época en que cortaban los accesos conocidos, una semana si y la otra también, por las obras de los túneles de la M 30.
El cámping está en la localidad de Chrustenice, en dirección norte una vez pasado Lodenice. Hablan inglés en recepción y está bastante bien equipado, con un restaurante y una pequeña tienda que abre solo de mañana. Es uno de esos puntos en que se concentran los turistas holandeses, creando auténticos barrios que casi repiten los propios de procedencia.
Después de comer, damos un paseo con el coche y llegamos casi hasta Praga, comprobamos que hay una gran zona comercial desde la que parece se puede dejar el vehículo y acercarse a la capital en metro, cosa que es nuestra intención, pero resulta un poco difícil habituarse a las indicaciones de carretera, ya que algunas cosas somos incapaces todavía de traducirlas.
De vuelta cenamos en el restaurante con una jarra de "pilsener" local, la bebida nacional y nos retiramos.

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