sábado, 23 de mayo de 2009

Bojnice,Cicmany y Banská Stiavnica

Salimos de Trusalová tras despedirnos de la familia de pajarillos que nos ha hecho compañía yendo y viniendo con moscas e insectos en la boca para alimentar a su voraz prole, nos dirigimos a Bojnice, otro cámping con bungalows que se encuentra muy cerca del mayor atractivo de esta localidad, un castillo real levantado sobre una pequeña colina y transformado después siguiendo los modelos de los existentes en el Loira.
Los bungalows, como todo en el cámping, son bastante precarios, no tienen nevera y el espacio es bastante reducido, el interior de madera, algo totalmente común aquí, le proporciona, sin embargo, una calidez que hace más llevadera la elección. Después de comer algo, salimos hacia Cicmany, un pequeño pueblo al que se califica como de los más pintorescos del país.
Está aislado entre montañas, cuando llegamos, el día está gris y lluvioso, un total de unas 140 casas en madera oscura, muestran en sus fachadas curiosos motivos decorativos geométricos pintados en blanco, algo que no se repite en ningún otro punto del país y que se supone proporcionaba cierto tipo de protección a las viviendas.
Un arroyo recorre la calle principal, junto a la que se van alineando las distintas casas y la iglesia, se echa en falta un mejor acondicionamiento del entorno, que desmerece bastante respecto al valor etnográfico del conjunto, pero todo llegará
A principios del s. XX, varios incendios habían destruido el 75 por ciento de estas construcciones, pero en 1923, el arquitecto Dusan Jurkovic inició un plan de reedificación que devolvió el pueblo a su estado original.
Durante la visita al pueblo dejó de llover o lo hizo muy débilmente, cuando regresamos al bungalow nos sorprende que la frondosidad del arbolado bajo el que estamos ha permitido que todo se mantenga seco, pese a que fuera, la carretera sigue húmeda.






La mañana del 10 de Agosto salimos, sin abandonar nuestra base de permanencia en Bojnice, para visitar Banská Stiavnica, una pequeña ciudad de cerca de 11.000 habitantes cuyo centro histórico ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Antaño fue uno de los enclaves mineros más importantes de Europa, situada justo encima de lo que eran prósperos yacimientos de oro y plata. En el s. XV la ciudad ya era una de las más ricas del país y, a principios del siguiente, fue el primer lugar en Europa donde empezó a utilizarse la pólvora en la explotación de los yacimientos, técnica que permitió multiplicar su rentabilidad. El imperio austrohúngaro obtenía de aquí parte de su riqueza y en el s. XVIII, las galerías alcanzaban ya tal profundidad que debieron recurrir a un complejo sistema de ingeniería hidráulica para bombear las aguas freáticas que inundaban los túneles, evacuándolas hacia un gran número de balsas a cielo abierto en distintos puntos de la comarca. Aquí se fundó la primera escuela técnica de minería del mundo, que aún sigue en funcionamiento.
La ciudad se extiende, siguiendo una calle principal, a lo largo de un estrecho valle, dominada por dos castillos o palacios, el viejo y el nuevo (Starý zámok y Novy zámok), que se alzan sobre sendos puntos prominentes, en la parte baja, se abre una alargada plaza plaza de planta irregular presidida por la columna de la peste y a ella se abren las lujosas casas de las familias que poseían las minas más importantes, en estilo gótico o renacentista y construidas en torno al s. XVI.
En otro punto elevado se sitúa la "carraca" edificación desde la que se llamabaal trabajo a los mineros mediante unos característicos golpes, ahora es una especie de pub o algo así, con terraza asomándose al conjunto urbano. Desde la plaza puede accederse a algún pozo minero que atraviesa la ciudad.
Desde los castillos puede verse, a lo lejos, el calvario de la colina Scharfenberg, coronado por una capilla, un conjunto de 23 piezas del s. XVIII que hemos intentado ver, pero es inútil buscar la señalización y, los planos que dan en información, así como la orgánica disposición de la propia ciudad, hacen muy difícil encontrar el camino correcto, así que, al final, hemos desistido. Comemos en una pizzería de la plaza y salimos para ver un museo al aire libre dedicado a la minería.



El museo al aire libre de la minería decepciona bastante si no se va con niños, la visita va precedida de una gran parafernalia inicial en que uno debe hacerse con un traje de plástico, un casco y una linternita, después se desciende a los pozos, donde uno va viendo los distintos tipos de sistemas de extracción del mineral y la maquinaria que se empleaba en cada época. Por supuesto, el idioma de las explicaciones de los guías apenas permite intuir de que están hablando, mejor centrarse en los cartelitos de cada montaje.

Volvemos a nuestra base de operaciones por última vez antes de cambiar de localización, previamente, repostamos gasóleo y paramos en un centro Tesco para aprovisionarnos.

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