Salimos de mañana para hacer carretera todo el día, no estamos demasiado lejos de nuestro punto de encuentro en el Adige, pero el recorrido al margen de las autopistas lleva su tiempo. Nuestro descubrimiento esta vez va a ser la carretera de los Dolomitas de Carintia (número 111), un auténtico itinerario alpino, estrecho, con curvas imposibles, pendientes fabulosas, donde se disfruta casi tanto conduciendo como apreciando este paisaje majestuoso de montaña, todo perfecto, como de postal turística. Muchas veces me pregunto si en este país no está todo preparado previamente para que los viajeros hagan sus fotos, los campos de maíz siempre sin que sobresalga una mazorca por encima de la otra, los bordes de vegetación recortados con tiralíneas, las vacas pastando inmóviles justo en el ángulo adecuado, las florecillas que suelen crecer al azar parece que aquí hubiesen sido plantadas adrede para dar justo el necesario contraste de color, incluso las mariposas parecen posarse cerca de uno para reclamar la instantánea de la cámara. Por cierto, siento no tener imágenes de todo esto, había agotado tanto la batería como la tarjeta de memoria.
El tramo final del recorrido, ya cerca de Bressanone, no tiene nada que ver con este anterior, se nota demasiado la proximidad de Italia, sobre todo en el tráfico, es una zona muy visitada y hay atascos constantemente en esta época del año y supongo que también en la temporada de vacaciones invernales. Nuestro cámping está en el recinto de un hotel y al borde de un arroyo de montaña, es pequeño pero muy cómodo, nos permite acercarnos caminando hasta la ciudad, un hermoso conjunto de origen medieval que desconocía y me ha sorprendido gratamente, conserva su aspecto de villa itinerario, etapa en un penoso recorrido de travesía alpina para gentes y mercancías, la hemos paseado con gusto en compañía de nuestros amigos y hemos cenado en una terraza al aire libre unos impresionantes chuletones, nos tomamos algo en otro bar que todavía queda abierto y nos despedimos, hasta el año próximo si no podemos vernos antes, ya de madrugada.
El retorno caminando de noche se nos ha complicado un poco, hemos perdido las referencias que se aprecian con la luz del día y nos hemos desorientado, con una cierta angustia, porque no hay nadie a quien preguntar, decidimos pararnos y replantearnos en que parte de la zona nueva de la ciudad estamos para saber hacia donde tenemos que dirigirnos, consigo averiguarlo y, esta vez, ya emprendemos la marcha sin problemas.
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