Salimos de mañana en coche con la intención de dejarlo en Zlicín, una gran zona comercial, para acercarnos a Praga en metro, pero no conseguimos orientarnos para localizar el punto anunciado de Park and Ride, al final seguimos conduciendo hasta que llegamos a una avenida de entrada a la ciudad, por el lado de Malá Strana, aparcamos en la calle Vrchlickeho y eso nos permite caminar hacia el centro entre esos edificios históricos de gran valor pero medio destartalados en los que vive un buen porcentaje de la población de la parte antigua de la capital. No voy a descubrir aquí que Praga es una de las ciudades más hermosas de Europa, pero también es una gran capital que merece ser recorrida con calma, saliéndose de los itinerarios turísticos, auténtico escaparate de la ciudad, y apreciar la potencialidad que tiene su paisaje urbano para cuando las cosas mejoren y las rehabilitaciones alcancen todas esas zonas menos fotografiadas. El día amenaza lluvia, pero va a respetar toda nuestra visita a la ciudad.
La visita del primer día ha de incluir obligatoriamente el Karluv most, el puente flanqueado por su torres protectoras en los extremos y con las hileras de esculturas barrocas, siempre en medio de una procesión de turistas, seguir la "Calle Real", el itinerario que seguían los desfiles de coronación de los reyes, indicado con placas en el pavimento, recorrer la plaza principal de la ciudad antigua, la Staromestské námestí, también dándose de codazos con la multitud y, si por casualidad, se encuentra sitio, sentarse en la terraza de uno de los bares de la propia plaza. Hay muchas cosas en las que fijarse, como las casas del antiguo ayuntamiento, el reloj astronómico con su desfile de figuras cada hora, la iglesia de Sv. Mikulás, ahora abierta a la plaza después de que los nazis volaran parte de las dependencias municipales, o el monumento a Jan Hus, un profesor universitario que, en el siglo XV, se oponía a la doctrina de la iglesia vigente y practicaba la pobreza como virtud evangélica, ganándose así el seguimiento de las gentes oprimidas, circunstancia que fue considerada como una herejía por la oficialidad. Llamado a discutir con el Papa esta situación de rebeldía, fue apresado, aún contando con salvoconducto para acudir a esa cita, y quemado en la hoguera, otra muestra del seguimiento de los preceptos cristianos por parte de la jerarquía eclesiástica.
Otros puntos de interés son las calles Husova o Karlova y el barrio judío, pero recomiendo, sobre todo, salirse hacia los ensanches de la Nove Mesto y admirar ese decorado cosmopolita de fachadas eclécticas y de estilo Secesión vienesa que, pese a la mala conservación de algunas de ellas, nos introduce en el esplendor urbano de la Praga de principios del siglo XX. La Václavske námestí es más un inmenso eje con amplio bulevar central que una plaza propiamente dicha y tiene el imponente edificio del museo como fondo de perspectiva, aquí se alinean hoteles e importantes comercios, los amantes de la letra impresa no deben perderse una enorme librería en esta calle, no he conseguido encontrar el retorcido edificio de Frank Ghery porque mi guía de viaje es muy mala y anticuada, pero sé que está en alguna esquina de esta calle.
En perpendicular a esa calle-plaza, el tramo peatonal de Na Príkope es también una zona comercial muy animada que prolonga los ejes abiertos sobre el casco antiguo para enlazar los puentes sobre el Moldava cuando se rectificaron estas alineaciones de modernización a finales del s. XIX, aquí comemos en un restaurante situado en el primer piso de un edificio modernista, el U Pelikan, con un interior que mantiene también ciertos motivos decorativos de esa época, junto a la amplia cristalera que da sobre la calle, una maravilla a precios asequibles y con gastronomía genuinamente checa.
Tras la comida, nos adentramos en esos barrios menos frecuentados por los turistas, que con una simple mano de pintura, se convertirían en decorados tan espléndidos como esas partes tan visitadas, el comercio y los restaurantes son de otro tipo, pero los precios están a un nivel más asumible por la gente que los habita. Es una Praga que no sale en las guías, sin grandes monumentos, pero igual de recomendable, no es necesario tomar el metro para hacer este recorrido a lo largo del centro pues tiene un tamaño bastante abarcable. Para quien no tiene el caminar entre sus aficiones, existen distintas formas de recorrer esos inevitables hitos turísticos del centro, desde el trenecito al coche de caballos, pero resulta especialmente atractivo hacerlo en uno de esos Skoda clásicos que ofrecen en diversas plazas de la ciudad, preferiblemente en uno de esos modelos deportivos descapotables.
De regreso en el coche, comienza a llover y ya no dejará de hacerlo el resto de la tarde y durante toda la noche.
El día siguiente salimos de nuevo hacia Praga y esta vez conseguimos dejar el coche aparcado e ir en metro desde Zlicín, que es una forma cómoda de hacer este desplazamiento, aunque el primer día tampoco nos resultó muy difícil aparcar cerca de la ciudad. Esta vez, nuestra excursión se centra en el otro lado del Moldava, la zona llamada Malá Strana, que se extiende entre las laderas de la colina que ocupa el castillo y el borde del río, todo es bastante más tranquilo que los alrededores del puente, los turistas se concentran en puntos muy concretos y quedan muchas calles para recorrer con calma y sin agobios. Quisimos subir al castillo en el teleférico, pero está en obras, así que comenzamos la ascensión a pie pero se nos hizo un poco duro, viendo la cantidad de gente que estaba llegando a ese lugar, decidimos conformarnos con las panorámicas y dejarlo para una mejor ocasión.
Comimos en un restaurante cerca del río y volvimos a cruzar el puente para pasear por el otro lado de la ciudad, de regreso a Chrustenice recibimos la llamada de Max, uno de los hijos de nuestros amigos alemanes, que está haciendo su servicio social en Praga, atendiendo a ancianos judíos víctimas del nazismo y quedamos con él para vernos en el centro comercial de Zlicín, cenamos juntos en una pizzería, nos enseña algunas palabras en checo y nos explica como funciona la pronunciación de algunas de las tildes o la agregación de consonantes sin ninguna vocal intercalada (se incluyen vocales muy débiles, que apenas se pronuncian).
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