sábado, 23 de mayo de 2009

Múzeum slovenskej dediny

A unos 2 km. de la ciudad de Martin, tomando un desvío no muy fácil de localizar, entre unas naves comerciales, se llega hasta un bosque en el que se ha instalado un conjunto de unas 100 edificaciones características de la arquitectura popular eslovaca, procedentes de varias regiones del país y reproduciendo, por ámbitos, la implantación de lo que sería el territorio agrícola que los rodea, la ambientación está muy lograda, es un viaje didáctico por la tradición constructiva del país.
Previamente, paramos en Martin para retirar dinero en un cajero y echamos un vistazo a la ciudad, de aspecto moderno y en este momento con su centro patas arriba por obras de urbanización. Como otros puntos de Eslovaquia, era una base importante de fabricación de carros blindados y otro tipo de armamento para el bloque del Este, cuando eso se hundió, también se quedó sin industria y esa es ahora la gran diferencia respecto a sus vecinos checos, unos tienen la agricultura y una industria que ya no produce, y los otros producción industrial renovada y poco sector primario, de modo que alguno se tira ahora de los pelos por haber querido continuar el camino en solitario.
En el aparcamiento de museo apenas hay coches, se camina por un sendero entre abetos hasta llegar a la recepción, allí nos dan un libro en inglés que permite hacer la visita leyendo algo sobre cada una de las construcciones. Tengo muchas fotos de todo esto, porque me interesa especialmente la tradición en el uso de la madera, una tecnología envidiable y mucho más rica que la precariedad con que nuestros bisabuelos hacían sus casas, solo voy a incluir unas cuantas imágenes, por no aburrir, pero llamo la atención acerca del detalle y la decoración, la calidad de los ensamblajes,etc. La primera foto es de un grupo de colmenas talladas en troncos, las demás, son edificaciones de distintos tipos.





Comemos en el sencillo restaurante que tienen instalado en una de las casas del museo, unos platos de esa pasta hecha de forma artesanal y que se acompaña con queso de cabra, col y otras guarniciones. Toda la visita la hemos hecho con mucha tranquilidad, había poca gente, todos eran eslovacos, ningún turista extranjero.

Salimos de nuevo a la carretera para visitar Spania Dolina, algo así como el valle de España en la traducción, aunque nadie sabe por qué tiene ese nombre. Es una antigua población minera, encajonada justo al pie de la montaña, donde ya desde el siglo XIII se extraía cobre, desde cada casa, se entraba a los pozos de la mina, ahora hay bastante turismo interno y suelen alquilar habitaciones, la gente está muy acostumbrada ya a vivir de los visitantes y te saludan al pasar.

La llegada al pueblo, donde remata la carretera, se hace según una gran plaza, la única parte plana del mismo y que es el resultado de la acumulación del material de deshecho que se iba extrayendo de las minas, en ella la parada del autobús, una arboleda o pequeño parque y el monumento a los mártires de la resistencia contra los nazis, Eslovaquia tiene el orgullo de ser uno de los países donde más gente se echó al monte y que perdió buena parte de sus jóvenes fusilados por embarcarse en esa aventura patriótica.

El pueblo conserva minas antiquísimas y los restos de un acueducto que transportaba el agua desde un punto situado a más de 30 km. para introducirla a presión y conseguir separar el mineral aprovechable cuando la explotación ya empezaba a no ser rentable si no se utilizaban nuevas técnicas de ingeniería en el proceso de extracción. También es famosa por la elaboración artesanal de encajes de bolillos, una de esas cosas de las que tanto presumen algunos como autóctonas y que acabamos encontrando, con igual o mayor antigüedad, en un montón de países de la vieja Europa.

Resulta muy curioso el emplazamiento de la iglesia, dominando el valle, y la impresionante escalinata cubierta que lleva a ella desde la plaza en un solo tramo y sin descansillos. El dibujo de un cartel indicador, en el que se señalan varios itinerarios de visita, permite apreciar la estructura general de la localidad y su relación con el paisaje montañoso que la rodea.




De regreso al bungalow, pasamos por un punto en el que se anuncia una cueva que parece tener gran interés, sin embargo, la visita se indica que exige una hora más el itinerario de aproximación, con lo que vamos justos ya para la hora de cierre y sin ropa de abrigo para soportar la temperatura que pone en el cartel. Renunciamos y seguimos el trayecto de retorno.

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