lunes, 25 de mayo de 2009

Krakow (o Cracovia)


Salimos de mañana para visitar Cracovia, como siempre, hemos necesitado muchísimo tiempo de carretera para llegar a nuestro destino (no hay autopistas en esta zona y ya he hablado de los atascos monumentales de la travesía de Zakopane, así como de la precaución con que se conduce en este país.
Nuestra llegada a la ciudad coincide con algún tipo de evento deportivo al borde del río y la policía ha cortado el acceso al centro por ciertas calles, nos ordenan desviarnos, acabamos entrando en las grandes avenidas arboladas que circunvalan el perímetro que seguían las antiguas murallas. Aparcar se vuelve una labor complicada, algunos hoteles tienen parkings de pago en su propiedad, pero el portero nos indica que, a estas horas, ya está completo. Las calles siguen pensadas para el tranvía, por eso no se puede estacionar en los laterales (es por donde pasan las vías) como alternativa, los vehículos se dejan directamente subidos a la acera, me produce cierto temor esa situación, pero no puedo dejar pasar uno de los únicos huecos que quedan libres y hago lo mismo que los nativos, el coche sobre la acera y un exiguo paso para los peatones que circulen por ella.
Nos dirigimos hacia las fortificaciones de Wawel, donde se alza todo el complejo del castillo Real, para iniciar nuestra visita, nos sorprende una gran cola que se forma a la entrada. Unos policías revisan las mochilas y ropa, con un escáner, como si se pasara por el control de un aeropuerto, no se me ocurre quien puede querer, a diario, perpetrar un atentado terrorista en este lugar, pero así debe ser.

Las fortificaciones se encuentran sobre una colina que domina el resto de la ciudad, en su interior se disponen una serie de edificios monumentales que, en torno a la catedral gótica y el palacio renacentista que servía de lugar de residencia a los reyes, constituyen uno de los signos de la identidad nacional, hay muchísimos visitantes y renunciamos a cualquier tipo de acceso al interior de alguno de ellos porque las colas ponen en evidencia que el retraso será de horas y hace muchísimo calor como para soportarlo.

El patio del castillo, con sus estupendas arcadas renacentistas, puede verse sin agobios desde el exterior y tiene partes en sombra, lo que es un alivio con estas temperaturas.Fuera, entre la hierba, pueden verse los restos de las iglesias medievales que hubo en este lugar, posteriormente destruidas por los austríacos.

Desandamos la llamada "Vía Real", por ser el camino oficial que recorrían antaño los monarcas y diputados, para visitar la zona antigua de la parte baja de la ciudad.


La plaza Mayor del Mercado es un inmenso espacio libre de planta rectangular, ocupado casi en su parte central, por el Mercado de Paños, una edificación renacentista con arcadas que sustituyó, en su momento a una anterior gótica, la planta baja la ocupan ahora cafés y diversos locales comerciales, en la superior, está instalado un museo, cerca se alza la torre del Ayuntamiento, aislada, como el único vestigio de esa antigua construcción gótica.

Todo el conjunto de la plaza está atestado de gente, resulta casi agobiante, al igual que alguna de las calles principales que llevan a la misma, en las zonas en que convive el tránsito rodado con el peatonal, los conductores se desesperan cuando la marea humana invade los pasos cebra y acaban amenazando con atropellar a alguien para abrirse paso, lo de las motos ya es una exageración, en su caso la pugna es también con los coches y los tranvías.
Pero si uno se sale de este circuito, Cracovia ofrece también tranquilidad, tanto en la ciudad vieja como en los ensanches decimonónicos, ornamentados por ese cinturón verde, a modo de parque, llamado Planty.
Por esas calles nos perdemos, para comer en una terraza exterior algo de cocina local, mucho más tranquilos que entre el trasiego de visitantes y a un precio también bastante menos "turístico".
Volvemos a callejear por la parte antigua y regresamos para recoger el coche, que sigue estando en donde lo dejamos, allí subido a una acera, regresamos a Zakopane para cenar en la pensión de la casita de madera, de noche nos acercamos a la ciudad que tiene algunos locales muy animados y, tras retirar algo de dinero en un cajero, nos vamos a dormir, la vuelta nos desorienta un poco al ser sin la luz del día, pero, a cambio, supone bastante menos tiempo de trayecto y mayor fluidez en el tráfico.

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