viernes, 27 de agosto de 2010

Skofja Loka

Skofja Loka no es una ciudad muy grande, apenas tiene unos 22.000 habitantes, su parte moderna ha crecido hacia el Norte de la confluencia entre los ríos Poljanska Sora y Selska Sora. El meandro que estos forman y la colina inmediata, constituyen un lugar ideal para el asentamiento de la ciudad antigua y su protección, con un recinto amurallado del s. XIV, bajo la elevación donde se dispuso el castillo, que todavía se conserva en gran parte.


Se aparca muy bien en una de las dos explanadas que hay junto a la Estación de Autobuses, al borde de la carretera de acceso y muy cerca de una oficina de turismo, donde nos dan un folleto que traza un paseo por la que está considerada como "la más bella ciudad medieval de Eslovenia". Y si es así, es, en gran medida, debido a un terremoto que en el año 1511 la destruyó casi por completo. El obispo de Freising, que entonces era el señor de la ciudad, propició su total reconstrucción y así ha permanecido, sin grandes transformaciones, hasta nuestros días.




Justo cruzando la calle, desde el aparcamiento, se puede entrar al casco antiguo como lo hacía también otro de los obispos, Leopold, por el puentecito de los Capuchinos que él ordenó construir a mediados del s. XIV, nosotros a pie, en vez de a caballo, como solía hacerlo él hasta que un día, en ese tiempo en que el puente no tenía barandillas, se cayó al cauce junto con su montura desbocada y murió en ese mismo lugar. Nada más cruzar el puente se sale a la Cankarjev trg, una placita frente a la iglesia parroquial que cierra otro de los edificios importantes de la villa medieval, un palacio gótico renacentista compuesto por tres inmuebles adosados. Por detrás, la habitual plaza longitudinal, la calle ensanchada, Mestni trg, con su colección de fachadas de vivos tonos pastel, incluidos el antiguo Ayuntamiento y la casa parroquial.


Hacia el Este, siguiendo la calle paralela, la iglesia de Spital y el granero de trigo, donde acumulaban los señores todas las aportaciones en especie exigidas a sus súbditos, su tamaño revela que debían ser importantes. La otra calle longitudinal acoge a la iglesia de María Inmaculada y puede ser un buen inicio para acometer el ascenso al antiguo castillo, ahora convertido en Museo de la ciudad, reconstruido también totalmente tras el terremoto del s. XVI y que fue, durante un tiempo, la escuela de las Ursulinas.

Junto al patio de ingreso al castillo, fracturada la unidad de su conjunto cerrado, se extiende un parque urbano que han aprovechado para exponer, al aire libre, algunas construcciones características del entorno rural de Skofja Loka, un complemento a la muestra de la cultura y tradiciones de la región que se recoge en el interior del museo.




Antes de abandonar Skofja Loka, nos hemos sentado en un moderno local minimalista, todo decorado en blanco y negro, a tomarnos unos pasteles y un café, mientras vemos pasar a la gente hacia las plazas de la ciudad. No hay todavía un turismo masivo y el lugar tiene muchas potencialidades por descubrir, con un conjunto arquitectónico muy homogéneo que va, poco a poco, rehabilitándose. El día en que todas estas casitas luzcan sus fachadas recién pintadas según esa natural combinación de tonos en la que, hasta los más llamativos encajan con total armonía, seguro que se la disputarán ávidamente toda esa horda de turistas devoradores de imágenes.

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