lunes, 23 de agosto de 2010

El retorno

De nuevo madrugón para tomar el autobús, después de haber devuelto nuestro coche de alquiler a las puertas del hotel (entregamos las llaves y decimos que puede pasar a verlo a la persona que nos ha atendido en esa pequeña oficina, pero nos contesta que no hace falta). El aeropuerto de Antalya es un poco más grande que aquel adonde habíamos llegado, tras pasar las formalidades pertinentes surge de nuevo el altercado con el par de jóvenes que ya habían dado lugar a otro antes de salir (según su versión les habían servido una copa con cristales rotos en su interior, según la del hotel, ellos mismos habían puesto allí los cristales para evitar pagar el importe de una consumición bastante copiosa de bebidas, por eso el autobús sale un poco tarde, al final, ante la presión, deciden pagar lo que debían, algo a lo que se negaban rotundamente de principio).

Aquí el tema gira alrededor de la prohibición, según la legislación internacional y tras aquellos famosos atentados con aviones de por medio, de introducir botellas con líquido en el equipaje de mano. La situación nos ha hecho sentir vergüenza ajena tras visualizar (y oir) el comportamiento de algunos de nuestros compatriotas, gritando e insultando al personal de seguridad, algo que jamás harían en Barajas con la Guardia Civil o la Policía Nacional, pero desde el primer momento, no sabemos por qué, estos paisanos se han sentido como pertenecientes a un país de primera y muy superiores a los nativos.

Los dos chicos se niegan a que les requisen una botella de perfume y se aferran al cierre de la maleta... "esto no me lo quitáis, es mio, lo compré con mi dinero..." La chica de la empresa de seguridad le explica en inglés que las normas dicen que no se puede introducir la botella en la zona de embarque.
Enseguida parte del público da la razón a los jóvenes... " y si no se puede pasar con ella, ¿por que la venden en las tiendas de esta parte del aeropuerto? eso quiere decir que si se puede".
"Menuda mierda -nos dice otro señor que no venía en nuestro grupo y al que no conocemos de nada- ahora a Manolo le han hecho abrir la maleta, donde lleva los calzoncillos sucios, total para no encontrar nada". Nos quedamos con cara de imbéciles, tanto por lo de los calzoncillos, como porque la obligación de abrir la maleta ante un control aduanero es algo que puede pasar incluso en los países del primer mundo, privilegio que le niegan estos amigos a Turquía.

La cosa no ha terminado ahí, después de decir que la botella que tiran en un contenedor de basura vendrán después a recogerla los propios miembros de la empresa de seguridad para llevársela a su casa con ellos, los dos jóvenes se vuelven hacia la zona de tiendas y regresan con otra escondida, algo tan burdo que hasta yo mismo, desde donde estoy sentado, veo en la silueta del escáner que otro vigilante manipula.
Ahí ya se monta la marimorena, los jóvenes vociferando, la chica de seguridad diciendo que hagan el favor de entregarla o les mandan a un reservado para que les cacheen, el público de forofos dando la razón al par de jóvenes...

En definitiva, como ya he dicho, hemos sentido vergüenza ajena, y mucha. Al final, con cierto retraso, hemos accedido al avión y tras una parada en Estambul donde vemos desde la ventanilla, impotentes, como se equivocan y bajan todo el equipaje, incluidas nuestras dos maletas (solo había que recoger a los pasajeros que habían hecho un circuito diferente) las cosas se solucionan y todo vuelve a una cierta normalidad, si consideramos normal que en un vuelo de este tipo algunos vengan con dos maletones llenos de compras como equipaje de mano y que se vuelvan micos para encajarlos en los compartimentos de a bordo (lo consiguen ocupando el lugar semivacío del mio y de otros pasajeros en mi misma situación). Llegamos al gran Barajas, un aeropuerto que siempre nos viene grande a la gente de provincias, localizamos el punto a donde vendrá a recogernos el minibús, lo llamamos por telefono y, en unos minutos, está allí para llevarnos al aparcamiento-hotel donde tenemos nuestro coche, ahora toca conducir hasta casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario