martes, 31 de marzo de 2009

Y llegamos a Hungría

La última noche en el bosque ha sido muy fría y, aunque sigue siendo Agosto, amanece todo muy húmedo, por eso nos tomamos cierto tiempo para recoger e ir secando todo lo posible la tienda antes de iniciar la ruta. Uno de los mástiles flexibles se ha cuarteado y roto por el cambio brusco de temperatura, algo que ya nos había pasado otras veces, por eso conservamos algún tramo de repuesto de otra tienda idéntica que quedó inservible debido a esa circunstancia. De cualquier modo, la sustitución de un tramo significa deshacer el conjunto del mástil, operación que nos ha llevado cierto tiempo, cuando salimos son ya las 10.30 am.
Tras recorrer un buen trecho de paisaje rural, a lo largo de esa zona común entre Eslovaquia y Hungría, de naturaleza kárstica, done abundan las grutas, entramos en este último país por un puesto fronterizo desmantelado, no hay, por lo tanto, un lugar donde cambiar dinero o comprar la viñeta que nos permitirá circular por las autopistas. Las poblaciones que vamos atravesando son muy pequeñas y todas de carácter rural. Paramos en Szendrö, donde vimos que había un banco, pero no cambian moneda, nos indican que podremos hacerlo en Edeleny, unos kilómetros más adelante en nuestra misma ruta. Es una localidad algo mayor y está muy animada en esta hora próxima al mediodía, con gente de los alrededores haciendo sus compras. En el primer banco tenemos un pequeño encontronazo con el guardia de seguridad, un personaje un poco desagradable, vamos al de la competencia, justo en la calle posterior a esa fachada, en este, por el contrario, el personal es mucho más amable y cambiamos toda las coronas eslovacas que nos quedaban por forints húngaros, retiramos, además algo de un cajero automático.
Seguimos camino hacia Miskolc, donde adquirimos la viñeta en una gasolinera, que comprobamos no es, para los extranjeros de paso, una pegatina para adherir al parabrisas, como en los otros países que hemos atravesado previamente, sino un justificante del pago que debemos guardar por si en algún momento nos para la policía y lo pide, cosa que no sucederá.
Llegamos sin problemas a Mezökövesd, donde teníamos previsto parar en un cámping. Queda relativamente cerca de esta ciudad, la más poblada de esta región, llamada Matyóföld y es famosa por sus bordados tradicionales. El cámping se encuentra junto a una estación termal, cuyas zonas de baños se extienden a lo largo de unas 4 hectáreas de superficie, entre zonas de bosque y parques acondicionados para el baño y el paseo, siempre muy frecuentados. La recepcionista es una chica muy joven y habla inglés perfectamente, dice que somos los primeros españoles que recuerda hayan pasado por aquí y que ha estado hace algún tiempo en Portugal.
El cámping está muy bien, con parcelas independizadas y bastante sombreadas, tiene también unos bungalows muy confortables y, los servicios, aunque son antiguos, son abundantes y están siempre perfectamente limpios, lo de la ducha casi comunitaria, como si estuviesemos en el ejército o en un gimnasio, es cosa a la que ya nos hemos acostumbrado en otros viajes por la zona.
Dedicamos el resto del día a descansar y acometer tareas inevitables para poner el viaje al día, como lavar ropa, consultar las guías, etc.

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