Después del paseo por Zádielska Dolina, vamos a hacer una pequeña excursión por los alrededores. Nuestra primera etapa es un pueblecito llamado Stítnik, fundado en el siglo XIII como enclave minero y centro mercantil, conserva, de esa época de prosperidad, una gran plaza irregular, de forma triangular, que constituye el corazón del lugar, con fachadas interesantes, aunque muy deterioradas. La plaza tiene una funcionalidad evidente como encrucijada de tráfico y del transporte interurbano, entre eso y el decaimiento de las construcciones históricas, pierde mucho de su encanto.(Ahora que escribo esto, sé que hubo obras en la plaza y algo ha mejorado). La singularidad de esta población la constituye una iglesia evangélica de origen gótico en la que fueron descubiertos, durante una reforma, unos valiosos frescos datados entre los siglos XIV y XVI que cubren gran parte de sus paredes. El otro extremo del espacio público lo ocupa otra pequeña iglesia, justo en el vértice del triángulo. Una curiosa fuente con vaso de fundición, del diecinueve, refresca un poco este caluroso día.
Hace mucho calor y la iglesia está cerrada, cuando una mujer ve que estamos tratando de averiguar si hay algún horario de apertura o modo de acceder, trata de establecer conversación con nosotros y logramos entender que debemos pedir que nos abran en una determinada casa de una de las calles de la localidad. Hemos recorrido ya toda la calle pero no conseguimos intuir cual es la casa que dispone de la llave de la iglesia, no hay nada que nos dé una pista, por eso y por el cansancio de caminar bajo un sol abrasador, desistimos de ver los frescos y seguimos nuestra pequeña excursión.
La llegada a Roznava vuelve a estar precedida de un pequeño error del navegador, aunque ahora ya sabemos cual es el camino correcto y entramos directamente en la gran plaza que constituye el corazón del casco antiguo, tomamos la dirección de salida y aparcamos junto a la nueva zona comercial, lindando con el núcleo histórico y con una gran estación de autobuses, herencia de aquel pasado en que el transporte público era casi el único posible para desplazarse.
La ciudad, con unos 20.000 habitantes, es la mayor de la región de Gemer y su capital administrativa, tiene cierto movimiento turístico, aunque casi exclusivamente local, como base para el descubrimiento del Parque Nacional Slovenský kras, se sitúa en un valle, junto al río Slaná y fue un importante centro minero histórico, donde se extraía oro, plata y cobre. De esa época queda un reducido pero muy interesante casco antiguo, rodeando una inmensa plaza rectangular en la cual, como es habitual, confluyen los itinerarios históricos de relación con el exterior, que siguen siendo, hoy en día, los principales, de ahí que sea ahora, además, como también suele ser norma, un gran espacio para aparcar y hacer compras. La ciudad antigua se funde de inmediato con un vasto crecimiento exterior, no excesivamente denso, ya que se desarrolla, en gran parte, según urbanizaciones de casitas unifamiliares, el resto son torres y bloques aislados de vivienda colectiva que trepan por las colinas que delimitan el valle y se mezclan con los frondosos bosques de ese entorno.
La plaza tiene en su parte central una especie de isla, en forma de pequeño parque arbolado y, destacando sobre las copas de esos árboles, sobresale la torre de lo que fue el antiguo ayuntamiento gótico y a la que se añadió a mediados del diecisiete la Iglesia de los Jesuitas. De esa época medieval de la torre municipal, se conserva también, junto a ella, una hermosa hilera de tiendas, casas de bajo y una planta que delimitan uno de los laterales de la iglesia.
El lado Norte de la plaza es el frente más noble de la misma y está ocupado, en su mayor parte, por el Monasterio franciscano y el Palacio Episcopal, en una de las esquinas, la iglesia de Santa Ana cierra la perspectiva hacia el exterior y adelanta su torre como contrapunto. También en ese lateral está la Columna de la Peste, monumento común en los espacios públicos de origen histórico, como agradecimiento tras la finalización de la epidemia de cólera en 1711. Al otro extremo, otro hito escultórico, esta vez un monumento modernista dedicado a la memoria de Frantiska Andrássy, gran benefactora de los pobres.
Parece que, como en otros casos similares, las viviendas nobles que hacen frente a la plaza, conservarían las entradas a las minas que horadan todo el subsuelo de la misma, algo que nos gustaría haber constatado, quizá en el Museo de la Minería que se encuentra a unas manzanas, pero, siguiendo la norma, ya se encuentra cerrado ahora, a primeras horas de la tarde. Es esto algo que nos hace desistir de acercarnos a Betliar, otra de las residencias de los Andrássy, un palacio rodeado por un espléndido jardín inglés de cerca de 80 hectáreas.
El calor intenso hace que emprendamos el regreso algo antes de lo previsto, nos detenemos primero en el centro comercial "Billa", marca que apreciamos mucho, sobre todo cuando dispone de platos precocinados locales, siempre muy sabrosos y bastante representativos de la gastronomía nacional, que nos permiten imaginar como son las comidas en casa a diario.
Llegamos a nuestro campamento de Krasnohorske Podhradie a las 17.15 y nos preparamos para otra noche en la tranquilidad del bosque, al interior del cual, tras la exigua tela metálica del cierre del cámping, pasa un lugareño buscando setas que nos saluda.
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