jueves, 12 de febrero de 2009

Atravesar España, atravesar Francia

Es este un itinerario que daría para muchos otros viajes, y de hecho, así ha sido desde que allá por los últimos años de los setenta empezamos a hacer carretera con un Renault 4, del que hemos tratado de mantener la ventaja del portón trasero en todos los demás coches que hemos tenido. Por entonces era impensable alcanzar Francia en un solo día de viaje y nunca podía calcular uno en que lugar iba a hacer noche, pues la llegada de la noche dependía más de si había más o menos camiones en la carretera, de si las travesías de poblaciones estaban saturadas de tráfico...Las autopistas son ahora una bendición para esas etapas de kilometraje, donde interesa tan solo la aproximación al destino, aunque ello implique haber perdido el placer de los recorridos pueblo a pueblo y el sacrificio del disfrute gastronómico del pequeño restaurante local para caer en manos de las grandes cadenas de áreas de servicio, por eso, a fuerza de ser prácticos y ahorrar tiempo, en ocasiones, vale más la pena hacer picnic con un zumo y un bocadillo.
También por practicidad habíamos hecho una reserva por Internet en un hotel económico de carretera, de los llamados Formule 1,en los alrededores de Burdeos, en Brive-Ussac, o más bien en medio de la nada, porque no había nada próximo que no fuese algún cruce de carreteras. Comprobamos que la estancia en este tipo de hoteles es siempre una sorpresa y, en este caso, nos tocó la parte mediocre. Fue nuestra segunda opción, pues el que ya conocíamos en la zona estaba cerrado por reformas, operación absolutamente imprescindible también en este de Brive.
En la recepción me atiende un chaval y, nada más comenzar a darle los datos de mi reserva, suena el teléfono, con esa exquisita educación que muestran con nosotros algunos franceses (y recalco esto de algunos solamente) lo descuelga sin mediar palabra y me deja a mi con la ídem en la boca. Después de unos quince minutos explicando a quien llamaba donde quedaba el hotel, por que carretera se llega mejor, que no tenía libre la habitación que solicitaba, la descripción de otras similares que si lo estaban...vuelve a atenderme como si nunca hubiese dejado de estar hablando conmigo, es decir, ni "perdón, es que tenía que atender esta llamada" (en francés, claro), ni nada por el estilo. No hemos empezado muy bien, así que subimos a la habitación, que apesta a desinfectante y, al cabo de un rato, acabo adivinando un fuerte olor a orines por todas partes, lo peor es que el suelo es de moqueta y parece venir de allí, o quizá del colchón y el desinfectante ya no consigue disimularlo. Cada vez que intuía en sueños ese olor, me daba tal repugnancia que acababa despertándome, entre eso y lo madrugadores que son los franceses cuando viajan (a las cinco de la mañana ya estaban rodando las maletas por los pasillos y los niños gritando), la noche no dio para mucho.

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