martes, 13 de abril de 2010

Un viaje de excepción

Lo fue porque aquí dije que esto eran viajes en coche por países del Este. Pero llega un momento en que la brevedad de las vacaciones hace imposible alcanzar esos otros territorios aún no visitados por los que desearíamos viajar.
Surgió así la oportunidad de recorrer un trocito de Turquía mediante la oferta de una agencia de viajes, se incluía el vuelo desde Madrid y una semana partida en dos etapas, una primera con excursiones organizadas por la región de Capadocia con todo incluido y la otra tan solo con el hotel y desayuno en un complejo turístico de la costa mediterránea. En realidad esta segunda parte suele plantearse así para que se disfrute de la playa o la piscina del hotel, sin desplazarse del lugar, sin embargo, en pleno mes de Enero, es algo imposible.
Nos venía bien esa forma de organizarlo, porque esa segunda mitad de la semana podíamos alquilar un coche en el lugar y volver al planteamiento original de estos viajes (conducir y visitar a nuestro aire una amplia zona que cubriríamos desde nuestra base de estancia permanente).
Todo esto surgió en el puente de la Constitución del año 2010, que por coincidencia con un festivo local, resultaba factible combinar con una corta interrupción de nuestras obligaciones laborales.
La salida del vuelo de Barajas coincidía especialmente mal, de mañana muy temprano, por eso iniciamos esa travesía por carretera de más de 500 kilómetros conduciendo desde casa toda la noche, una noche de perros hasta salir de Galicia, con una lluvia torrencial, casi deslizándose en algunos tramos de la autovía y con una visibilidad muy reducida. Al tener que conducir despacio empecé a pensar que debieramos haber salido antes, que podríamos tener algún problema en carretera y perderíamos el vuelo. Afortunadamente, al alejarnos en dirección a la capital, la lluvia amainó y volvimos a hacer las medias de distancia y velocidad habituales.
Habíamos reservado aparcamiento en un hotel cerca del aeropuerto que funciona con el sistema que denominan "aparca y vuela", puedes alojarte en él o no (como hicimos nosotros) se paga la estancia del vehículo por los días que permanezca en su aparcamiento y te llevan al aeropuerto en un minibús, recogiéndote a la vuelta simplemente haciendo una llamada telefónica.
Los horarios de la ida estaban prefijados, por eso llegábamos bastante temprano respecto al momento en que saldría el minibús, que llegaba justo con la antelación exigida previa al embarque. Hubo, sin embargo un pequeño malentendido, llegó una pareja sin reserva que iba un poco pillada de tiempo y obligaron al conductor a hacer una salida intermedia (con el tiempo muy justo para volver y recoger al turno siguiente) así que nos dicen que aparquemos inmediatamente (no encontramos mucho sitio, salimos corriendo con las maletas, entramos en el minibús escopetados...) el conductor se olvida la tarjeta que abre la barrera, conduce marcha atrás sin ver nada... a partir de ahí, comienza una carrera bestial, sin tráfico a esas horas de la madrugada, que nos pone en la terminal en un suspiro. Por supuesto, incomodados por las continuas quejas del conductor, que nos echa en cara que no se puede hacer eso, lo de venir sin reserva, que no era nuestro caso, pero preferimos callar y dejar que se desfogue.
Lo del aeropuerto, para unos provincianos como nosotros, ha sido un auténtico caos, no se sabía donde estaba la cola de facturación para el mostrador correspondiente, al ponernos cerca del mismo para preguntar, casi nos despellejan porque decían que nos queríamos colar. Lo más gracioso fue encontrar donde estaba el final de la cola, porque se unían las de dos vuelos y mostradores distintos y, según decían, formaba una espiral (un caracol, decían los capitalinos) pero, ¿tan difícil será formar una línea?. Me quedé atrapado en el interior del caracol y tenía que salir hacia el exterior. Una señora me dice: "¿Qué quiere?...¿pasar?" le digo que si y me contesta que... "pues va a ser imposible" (señora, si pone un momento el carrito a su lado en vez de delante de usted, quepo por el hueco) parece que aquí todo es más agobiante y difícil que en provincias. Curiosamente, como con cierto retardo, la señora mueve el carrito-maleta y atravieso la muralla-caracol sin problemas.
Después de una tediosa espera embarcamos en un vuelo de la compañía turca Pegasus y, nada más entrar ya se escuchan algunas quejas de que si no tiene televisión, de que si en Iberia iríamos mejor. Me pregunto que esperaban estos quisquillas, porque el precio de todo el paquete es realmente irrisorio, muy barato para lo que ofrecen, no esperaba yo que estuviese incluido el vídeo o el almuerzo en pleno vuelo, pero alguno ya apunta ese complejo de superioridad de esta nueva España del progreso y el nivel europeo del que volveremos a hablar más adelante.
Hubiera sido muy bonito poder ver algo durante el largo recorrido aéreo, pero puede decirse que toda Europa estaba ese día cubierta por una borrasca y apenas se pudo ver tierra (o mar) en algún momento.

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