Fue en Wells, Steinekirchen y al día siguiente, una parada en Ingelfingen, las dos visitas obligadas y la agradable estancia con nuestros amigos de las familias Gschwender y Nohe. En ambos casos con sendos paseos guiados por los padres de Katharina en las dos villas austríacas y por Erich en la alemana de Baden-Wurtenberg.
Como siempre, hemos aprendido mucho de esas caminatas, resolviendo los enigmas de un laberinto de maíz y comiendo al aire libre, recorriendo después los viñedos de las colinas que dominan Künzelsau, donde una bodega local se ha construido su sede como si se tratase de un inmenso barril de la zona.
Hemos sido invitados a una noche de teatro en Schwäbisch Hall, una hermosa localidad junto al río que ya conocemos de cuando pasamos nuestras vacaciones haciendo un intercambio de vivienda con estos amigos nuestros y nos recorrimos concienzudamente toda la región y parte de Baviera.
Antes del teatro cenamos en un biergarten también a la orilla del río. Hay que decir que el teatro es al aire libre, un festival anual en el que las obras, especialmente preparadas para la ocasión, se representan en un increíble escenario: la empinadísima escalinata de la St. Michaelskirche.
Es fascinante porque podría decirse que es como invertir la forma del teatro clásico, incluso en su propia geometría, el escenario son las gradas, la platea es el patio de butacas con sillas plegables y la curvatura es a la inversa. La inclinación del resto de la plaza, donde se colocan las sillas, permite ver perfectamente la obra y la posición sobreelevada de los actores ayuda a ello. La pericia para moverse por ese escenario sin caerse forma parte del espectáculo.
Al día siguiente, el regreso apresurado a casa haciendo un montón de kilómetros en un par de días.
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