La salida de nuevo a la luz del día tiene su recompensa. La reunión de familias húngaras se complementa con un amplio despliegue gastronómico regional, con grandes ollas repletas de comida que se vende en distintos puestos y, lo mejor, es que solo hace falta coger un plato de plástico e indicar de cual quiere uno que le sirvan y, después de pagar unos precios que resultan casi ridículos e impropios para nuestro país, sentarse en alguna de las mesas al aire libre a disfrutarla.
Además, tenemos animación incluida, nos sentamos en unas sillas plegables que rodean el escenario y comienzan a salir grupos, anunciados previamente con el nombre de la familia a la que representan y el lugar de donde proceden, que interpretan bailes y canciones folclóricas. Poco a poco, el escenario se va llenando con los sucesivos grupos que se unen a los anteriores, y nos damos cuenta de que toda esa gente es la que previamente estaba sentada en las sillas junto a nosotros. Por un momento se nos ocurre que si la cosa sigue así, pronto nos va a tocar salir a nosotros y, lo malo, es que no tenemos nada preparado. Al final, un señor de traje es presentado (por lo que se intuye de las palabras que logramos interpretar) como un diputado húngaro en el parlamento eslovaco que lucha por los intereses magiares y larga el típico discurso en el que se escucha constantemente "política" y "magiar".
miércoles, 26 de agosto de 2009
El Slovenský kras
Es sábado y salimos de mañana desde Levoca en dirección a Presov y Kosice, desde aquí y por la carretera 50, tomamos hacia Moldava nad Bodvou y siguiendo las carreteras 550 y 548 nos adentramos en una zona montañosa donde el paisaje extrema su belleza, son lugares rudos y pobres, con gitanos al borde de la carretera que se asoman a la calzada cada vez que escuchan un coche y exponen sus cestas cargadas de enormes boletos y otras setas o frutas del bosque, tratando de vender algo a los turistas. Desde Krasnohorske Podhradie vamos hasta Roznava, localidad que se constituye como base para las excursiones a esta región kárstica que se extiende a lo largo de la frontera entre Hungría y Eslovaquia, ocupando una amplia zona de estos dos países y cuyas cuevas han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad, de las casi cinco mil cuevas que se localizan en territorio eslovaco hay cuatro que son visitables (Jaskyna Domica, Gombasecká jaskyna, Jasovská jaskyna y Ochtinská aragonitová) así como una cueva de hielo, la Dobsiná.
Las carreteras secundarias de montaña, por las que hemos decidido ir, tienen tramos muy estrechos, casi ya sin asfalto, a menudo totalmente cubiertos por las copas de los árboles, tanto que el navegador pierde, por momentos, la señal. En uno de los ascensos nos unimos a una caravana de coches de época, a velocidad muy reducida, que al llegar a un pequeño pueblo se apartan hacia la cuneta dejándonos pasar y saludando, vemos así a todo el grupo de clásicos, entre los que no faltan los Skoda descapotables con sus llamativos colores.
Como siempre, encontrar las cuevas para alguien que no es del país (y por lo tanto no habla el idioma) resulta bastante difícil y, tras unos intentos fallidos, nos decidimos por intentar a toda costa visitar la de Gombasecká. Entre el mapa de carreteras y los carteles indicadores que dirigen a las poblaciones próximas, logramos enfilar la carretera que supuestamente nos lleva al lugar. A poco de iniciar el recorrido, una señal puesta en medio de la carretera indica que no se puede pasar, sale un grupo de gente de un campo de maíz recién cortado y nos hace señas de que nos metamos en esa zona de cultivo, donde ya hay algún otro coche, nuestro Skoda se entierra entre los surcos del terreno, bajamos y nos enseñan un papelito, como un ticket de aparcamiento hecho a mano, y pagamos la cantidad que allí está escrita. Preguntamos en inglés, en francés...donde están las cuevas, pero nada, es como hablar chino. Al oir la única palabra que les suena a algo conocido ("Gombasecká") nos hacen gestos de que sigamos andando el camino que está cortado por la señal. Ha sido todo muy raro, tanto, tanto que, al darnos la vuelta vemos venir un coche de la policía y, en ese momento, una de las personas que estaba en el campo, sale corriendo y retira la señal que prohibía el paso... Alguien tenía un campo y podía sacar hoy unas coronas aparcando algún coche. Más explicaciones al final, porque de momento todavía no están las cosas claras.
Caminamos varios kilómetros y no hay rastro de las cuevas ni de nada que se le parezca, es el punto en el que digo: "si no hay nada tras doblar esa curva, nos damos la vuelta, porque la temperatura es elevada y no está el día para hacer senderismo". Y como siempre, surge el milagro, aunque todavía no en forma de cueva. A lo largo del resto del camino va habiendo una serie de mesas al borde de la carretera con gente que nos dice algo al pasar y nos muestran unos papeles con algo escrito y nos ofrecen un bolígrafo, como para rellenar algo. A todos les preguntamos si alguien habla inglés y van repitiendo la palabra "inglés" en su idioma con gestos de extrañeza. Acaba siendo un diálogo de sordos, al final, nosotros ya hablando en español y ellos en eslovaco (?). Pues no, era húngaro.
Se corre la voz y alguien dice algo así como: "si hombre, fulanito habla inglés". Un chico se nos acerca y nos dice que habla inglés, preguntamos si allí hay unas cuevas con ese dichoso nombre y nos da todo tipo de explicaciones, que si por donde se llega, el horario de apertura, cuanto dura la visita... El caso es que lo de menos, hoy y en este lugar, eran las cuevas, a las que habitualmente se llegaría en coche hasta un aparcamiento público justo al lado de la entrada.
El hecho es que en el lugar hay una especie de inmensa romería, se trata de un acto de afirmación entre folclórica, política y nacionalista de las minorías húngaras que pueblan esta región de Eslovaquia. En quince minutos sale una nueva visita guiada a la cueva, compramos los billetes e iniciamos el recorrido, sin entender absolutamente nada, pero como ya hemos visitado otras muchas cuevas kársticas, nos suenan los nombres de los minerales componentes de las formaciones, la tipología de las estalactitas o estalagmitas y adivinamos, por las risas, las habituales bromas con la identificación relativa a cierta parte de la anatomía que siempre en algún lugar aparece identificada con una formación larga y redondeada. Tratar de ver formas reconocibles es algo que siempre anima el interés de los visitantes en estos lugares, más dispuestos a internarse en un parque temático que en una curiosidad geológica.
Ha empezado a llover un poco, quizá porque el hombre éste no acababa de terminar y se había emocionado demasiado al dirigirse a un auditorio tan receptivo, así que iniciamos el retorno hacia aquel lejano punto en que habíamos dejado el coche, ahora aparcado allí con la sola compañía de algún otro incauto y sin rastro de los "vigilantes" del campo de maíz. Nos hemos reído mucho, sobre todo de que alguien se las haya ingeniado para ganarse el día con imaginación y sorteando el control de la autoridad, como debió hacerse siempre en los mercados y ferias desde hace siglos.
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