El jueves 10 de agosto salimos de Ostrovacice hacia Eslovaquia, recoger el equipaje fue sencillo pues teníamos todo ya preparado en nuestra cabaña del cámping, así pudimos iniciar la ruta a las nueve de la mañana, una hora bastante temprana para lo habitual en nuestras vacaciones. Los 20 km. que nos separan de Brno los recorremos por autopista pero invertimos en ello más de una hora debido a un atasco monumental que rodea todo el acceso a la circunvalación de la ciudad. Tras abandonar Brno, el itinerario sigue por carreteras nacionales y locales, por lo que resulta imposible calcular el tiempo de viaje, alcanzamos la frontera eslovaca, donde nos piden nuestros pasaportes y no vemos ningún lugar donde adquirir la viñeta para circular por las autopistas nacionales, tras un tramo de carretera después de Uhersky Brod, encontramos una especie de tienda y bar donde indican que la venden, aprovechamos para cambiar algo de dinero en coronas eslovacas y tomamos la autopista en dirección a Trencin, donde anuncian que se acaba la misma y debemos seguir por carretera, en este punto empieza el sufrimiento, se conduce sin el menor respeto a las normas de circulación, los adelantamientos son siempre buscando mejorar la posición en una cola interminable, cruzándose con el vehículo que viene de frente, y da igual que sea un camión, pues ellos también adelantan, si pueden (y por el tamaño si no pueden te obligan a poder) en esas mismas circunstancias.
Tal como había pensado, el mapa que tenemos en el navegador no incluye Eslovaquia, por lo que tenemos que comprar un plano de carreteras en una gasolinera, sin embargo, tanto la escala como la definición del mismo son muy acertadas y nos será de gran ayuda. Alrededor de las 14,45 hacemos una parada en un área de descanso para comer unos bocadillos y en media hora estamos de nuevo en la carretera hacia Levoca, donde tenemos intención de establecernos durante unos días. Los tramos de carretera dejan ver las obras de la autopista futura aquí y allá, sin conexión entre ellos, las pilas de los viaductos se montan con andamiaje y encofrado manual, todo un prodigio de ingeniería artesanal que sospecho tardará años en rematarse.
A medida que transcurre el día, el buen tiempo va dejando paso a los nubarrones y ya sobre las cuatro de la tarde empieza a llover, llegamos al cámping de Levoca y cogemos un bungalow, una curiosa cabañita de alzado pentagonal, de medidas mínimas pero muy agradable, en medio de ese claro en el bosque que es todo el conjunto del emplazamiento. Una vez instalados nos acercamos a Levoca, aunque no es un buen momento para hacerlo, como es habitual, a las seis de la tarde la calle ya parece muerta, apenas hay gente y todas las tiendas ya han cerrado. Entramos en una panadería que todavía está abierta, uno de esos locales donde la iniciativa privada lucha por sobrevivir con oficios tradicionales, compramos unas estupendas piezas de bollería para el desayuno.
Respecto a la ciudad, Levoca tiene unos 14.000 habitantes y fue la antigua capital de la región de Spis, situada en una zona estratégica en relación con diversas rutas que atravesaban la zona, me sorprende descubrir que uno de estos itinerarios era el Camino de Santiago. A Santiago está dedicada la iglesia de la plaza principal y la fachada de una institución religiosa muestra la efigie del apóstol con el sombrero y la concha del peregrino, la iglesia y sus espléndidos retablos no podremos verla en esta ocasión por motivo de unas obras de restauración, pero volveremos en otro viaje a recuperar esta carencia. Todo el casco antiguo mantiene gran parte de su antiguo perímetro amurallado y el acceso a la plaza principal, Námestie Majstra Pavla (el autor de los retablos góticos y uno de los principales representantes de la escultura centroeuropea de esa época) se verifica atravesando una de las antiguas puertas. En la plaza, junto a la iglesia de Sv. Jakub, está el antiguo ayuntamiento gótico, levantado en el año 1555 y remodelado al estilo renacentista, que todavía alberga al consistorio y a una parte del museo de historia de la región. Junto al ayuntamiento hay una jaula de hierro en la que se cuenta que encerraban a las mujeres que habían cometido adulterio u otros delitos para exponerlas al escarnio público, que llaman por ello "jaula de la vergüenza".
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