Salimos hacia un nuevo destino, tenemos previsto permanecer en un cámping situado al Nordeste de Budapest, llamado Rómaifürdó, lo que significa que está en una zona de baños, algo muy común en este país. El trayecto lo hacemos todo por autopista y no presenta dificultades, ya en Budapest, debemos hacer una especie de circunvalación urbana, es el tramo que exige mayor concentración, hay mucho tráfico, la circulación es lenta pero debemos atender a las instrucciones del navegador para poder cambiarnos constantemente de carril, cosa no siempre sencilla, constantemente compartimos itinerario con el tranvía. En la llegada al cámping, el navegador nos dirige a lo que un día debió ser una entrada pero ahora no es sino una verja lateral con acceso de servicio que permanece cerrado, como la calle es de dirección única tenemos que buscar el retorno al viario principal, no tenemos grandes dificultades. Está todo bastante ocupado por caravanas y campers, sobre todo italianos, bastante molestos, en grandes grupos con los niños y toda la parentela, como tenemos tienda, conseguimos situarnos en una zona libre por su mala accesibilidad para ese tipo de vehículos, sin embargo, a lo largo del día, la necesidad de encontrar plaza, hará que un grupo de osados meta sus furgonetas en el barro y acabemos dándonos de narices con unos vecinos italianos con los bulliciosos y cantarines nenes.
Teníamos intención de acercarnos a la ciudad, puesto que nos queda toda la tarde libre, pero el calor nos ha hecho desistir, indagamos la forma de viajar al centro en transporte público, tenemos una estación de ferrocarril de cercanías justo al otro lado de la carretera desde la que se accede al cámping. La estación es una simple parada, lo que un día fueron taquillas están ahora abandonadas, hay unas máquinas automáticas expendedoras de billetes, pero hemos comprobado que es muy habitual aquí que cuando algo se haya estropeado, años atrás, se le pone una etiqueta que diga "fuera de servicio" y probablemente no vuelva a usarse nunca.
Lo hemos comentado con unos españoles que han ido en tren al centro y nos dicen que ellos han subido sin billete y se han bajado en la siguiente parada, donde hay una caseta provisional, tipo quiosco, donde venden los abonos y que han hecho muy bien en comprarlos, pues, aunque no hay nunca revisores en los trenes, cuando llegaron a la estación término, había controladores viendo si se habían adquirido los tickets.
Nos damos un pequeño paseo por la zona donde estamos, un típico barrio residencial de las afueras, con muchos espacios libres y edificación comunitaria aislada. Muy cerca están las excavaciones de Aquincum que hemos visto mientras veníamos en el coche, una ciudad romana que era la capital de la región, los restos de un acueducto permanecen muy cerca de las nuevas viviendas, en medio del parque que las rodea y las separa de la carretera.
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